El pasaje de Eclesiastés 3 (8-22) habla sobre cómo todo en la vida tiene un tiempo y un propósito designado por Dios. Nos muestra que hay momentos de alegría y de tristeza, de nacimiento y de muerte, de guerra y de paz, de plantar y de cosechar. Nos invita a aceptar con humildad y gratitud cada temporada de la vida, sabiendo que todo tiene su razón de ser y que debemos confiar en el plan divino. Además, nos llama a disfrutar de las bendiciones que tenemos en el presente, a aceptar los desafíos con valentía y a recordar que solo Dios conoce el motivo detrás de cada evento en nuestras vidas. En resumen, el pasaje nos anima a confiar en Dios en todo momento y a vivir cada día con gratitud y humildad.
