Yo/escribo un cuento

Forma pluscuamperfecta

Había una vez un pequeño pueblo en medio de un frondoso bosque. En este lugar, vivía un valiente caballero llamado Miguel. Miguel había dedicado su vida a proteger a los indefensos y a luchar contra las injusticias.

Un día, mientras cabalgaba por el bosque, Miguel se encontró con una misteriosa anciana que parecía necesitar ayuda. Sin dudarlo, el caballero se acercó a ella y le ofreció su ayuda.

La anciana le contó que su aldea había sido atacada por un terrible dragón y que todos necesitaban protección. Miguel, consciente de su deber como caballero, aceptó el desafío de enfrentarse al dragón para salvar a la aldea.

Después de recorrer un largo camino, Miguel finalmente llegó a la cueva del dragón. El olor a azufre y el sonido de las llamas quemaando llenaban el aire. Con valentía, el caballero se adentró en la cueva para enfrentar su destino.

Sin embargo, al entrar, Miguel se dio cuenta de que el dragón ya no estaba allí. En su lugar, encontró a un joven caballero, quien se presentó como Pedro. Pedro le explicó a Miguel que él había derrotado al dragón días antes y que estaba cuidando de la cueva para asegurarse de que ningún malvado volviera a aparecer.

Miguel quedó impresionado por la valentía de Pedro y se disculpó por haber llegado tarde. Pedro sonrió y le dijo que entendía que había tenido buenas intenciones al querer ayudar a la aldea.

Los dos caballeros regresaron juntos al pueblo, donde fueron recibidos como héroes. La gente del pueblo les agradeció por su valentía y por arriesgar sus vidas para protegerlos.

A partir de ese día, Miguel y Pedro se convirtieron en amigos inseparables. Juntos, siguieron protegiendo al pueblo de cualquier peligro que se presentara.

Este cuento nos enseña que, a veces, nuestros esfuerzos por ayudar pueden no ser necesarios, pero es importante recordar que lo que importa es la intención y la voluntad de querer hacer lo correcto.